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lunes, 20 de abril de 2009

Pruebas de Paternidad. Fiebre o Necesidad?

En España se realizan entre 2.500 y 4.000 pruebas de paternidad al año y sus resultados, en un porcentaje que supera el 25% de los casos, confirman que el padre legal no es el biológico. Si antes eran mayoritariamente las mujeres quienes reclamaban estas pruebas, en muchos casos para confirmar la responsabilidad filial de un famoso, hoy cada vez más hombres anónimos las solicitan para evitar pagar la pensión de manutención tras un divorcio o un desliz amoroso.
Por María Corisco

«Los hijos de mi hija, nietos míos son; los hijos de mi hijo… sábelo Dios». Así, parafraseando el refranero, justificaba una de las mujeres más ricas del mundo su actitud ante el nacimiento de su primer nieto. Una actitud que ha dado origen a uno de los más mediáticos procesos de reconocimiento de paternidad que jamás hayamos visto y en cuyo trasfondo bulle el poder, el dinero, una gran herencia y un sinfín de acusaciones y sospechas de arribismo e interés.
El protagonista involuntario de este vodevil celebró su primer cumpleaños ayer. Se llama Sacha Thyssen-Bornemiza y, de acuerdo con el Registro Civil, es hijo de Borja Thyssen y, por tanto, nieto de Tita Cervera, viuda del barón Thyssen y heredera de su inmensa fortuna.
Pero la baronesa necesitaba algo más que un Libro de Familia para aceptar que ese niño era, en efecto, su nieto. «Los hijos de mi hijo… sábelo Dios», repetía en privado y en público, reiterando su desconfianza en la fidelidad de su nuera y en la filiación del pequeño Sacha. Hasta que, en ausencia de respuesta divina, la baronesa reclamó acudir al oráculo del siglo XXI en materia de paternidad: el ADN.
Así comenzó un peregrinar de muestras biológicas por distintos laboratorios de genética. Primero en Barcelona, donde Borja y su hijo se sometieron a dos pruebas en sendos centros de análisis de ADN. Según aseguraba orgullosamente Borja ante los medios, ambas pruebas demostraban que él era, efectivamente, el padre biológico de Sacha.
Pero estos resultados no satisficieron a la abuela, quien veía pucherazo. Finalmente, se llegó a una solución de consenso: se harían nuevos test en nuevos laboratorios y Tita supervisaría personalmente el proceso.
Así se hizo, y el propio Borja remitió un comunicado a la revista Hola en el que explicaba que «el pasado 23 de diciembre de 2008, animado por mi esposa y con pleno conocimiento de mi madre, mi hijo y yo nos sometimos, de nuevo, a las correspondientes tomas de muestras en tres laboratorios de Madrid (…). Procedí a instruir a dichos laboratorios para que pudieran entregar una copia de los resultados a una persona expresamente designada por mi madre». Los resultados concluyen, «como no podía ser de otra forma, que mi paternidad sobre Sacha ha quedado probada más allá de toda duda razonable».
Divorcios e infidelidades. Cinco pruebas de ADN, nada menos. Un celo completamente inusual que, de cundir como ejemplo, dispararía hasta la estratosfera los beneficios de los laboratorios de genética…
Pero, bien mirado, lo cierto es que estos laboratorios no necesitan de Tita Cervera para vivir su edad de oro: en los últimos cinco años, se ha triplicado en España el número de centros (ya son más de 30), que vienen a realizar entre 2.500 y 4.000 pruebas de paternidad al año. Y lo más llamativo es que la demanda no deja de crecer, y no precisamente porque el ciudadano de a pie quiera imitar a los famosos (los laboratorios consultados coinciden en que los casos públicos de pruebas de ADN generan más peticiones de información, pero no un incremento de las pruebas), sino por razones sociológicas y tecnológicas.
«Aumento de divorcios, emigración e infidelidad». Así resume las razones del auge de las pruebas de paternidad Rosario Cospedal, directora general de la compañía biotecnológica Genómica, que realiza test de ADN desde 1990. «Si hace años casi todos los casos correspondían a madres que reclamaban para sus hijos una paternidad, últimamente han aumentado los expedientes de varones que, ante un proceso de divorcio, quieren saber si realmente son los padres biológicos de los hijos que tuvieron durante el matrimonio. De esa forma, si logran demostrar que no lo son, se evitan el pago de las pensiones alimenticias de sus no hijos».
Cospedal también añade que «hay muchos casos de mujeres extranjeras que se quedan embarazadas de un español y éste, receloso, quiere saber si el hijo es efectivamente suyo. También se hacen pruebas para los casos de reagrupación familiar en los que hay dudas».
Porque la duda, al fin y al cabo, es la razón final en todos los casos. Dudas como las de Iván G., quien descubrió, cuando su mujer estaba embarazada de cinco meses, que le había estado engañando con un amigo. «Ella me aseguraba que con él siempre había usado preservativo, pero yo ya no me fiaba. Por qué iba a creerla. Y no quería a un hijo que no fuera mío. Lo siento, pero es así. Esperamos a que el niño naciera para hacer las pruebas. Se pueden hacer durante el embarazo, pero no quise que el feto corriera riesgos, y resultó que sí era hijo mío. De todas formas, nos terminamos separando. No pudimos superarlo».
Además de las razones sociológicas que esgrimen los laboratorios, los avances tecnológicos también están detrás de este boom de las pruebas de paternidad. Porque, ahora, el procedimiento es tan sencillo que se puede hacer cómoda y discretamente desde el hogar.»El 95% de las pruebas que realizamos se las hacen los interesados en su casa y después nos las remiten» Basta con pedir, por teléfono o Internet, un kit que haría las delicias de Grissom, de CSI: con sus bastoncillos para recoger las muestras del interior de la boca y todo.
Fiabilidad judicial. Ahora bien, en estos casos las pruebas sólo tienen valor informativo: los resultados no podrían aportarse en un juicio, pero son suficientes para salir de dudas. Otra cosa son las pruebas que tienen valor judicial. Lo que las diferencia no es el estudio biológico del ADN que se realiza en el laboratorio, sino el proceso por el que se toman, identifican y envían las muestras. Para entendernos: no es lo mismo si quien toma la muestra y les asigna un nombre es una parte implicada, que si quien lo hace es un perito…


Sin entrar en juicios morales acerca de los motivos que pueden llevar a un padre a hacer eso, cabe pensar que, en algún momento, le surgiera la sospecha de que el hijo no fuera suyo. Y que, antes de meterse en juicios, el padre desconfiado optara por hacerse de extranjis un test de paternidad. ¿Y con qué resultado? «Según nuestras estadísticas, en el 25% de los casos se confirma que el padre legal no es el padre biológico», «en el 100% de los casos en que acuden ambos progenitores, se confirma la paternidad; en cambio, en un 50% de los casos en que viene el padre sin la madre, el resultado prueba que, efectivamente, no es el padre biológico».
señala que «las pruebas son legales siempre que las solicite un adulto que tenga la patria potestad del menor, aunque no cuente con la autorización del otro progenitor. Por el contrario, no pueden ser solicitadas por otros familiares cercanos». Lo que ocurre es que, en la práctica, los laboratorios privados no piden a los portadores de las muestras que se identifiquen: la mayoría de las pruebas tan sólo determinan si el propietario de la muestra X es o no es el padre de la muestra Y. Por eso, cualquiera que tuviera acceso a un resto biológico podría realizar un test de este tipo. Incluso Tita Cervera.
CÓMO SE HACE LA PRUEBA

El análisis de ADN para determinar la paternidad biológica comenzó a popularizarse a mediados de los años 80 ya que se trata de un proceso sencillo que permite saber el vínculo biológico que une a dos personas mediante la comparación de sus secuencias de ADN. Y aunque el grado de certeza de sus resultados nunca llega al 100%, supera el 99,9999% cuando participan ambos progenitores. Además, obtener el ADN es una prueba sencilla y nada invasiva, que consiste en frotar suavemente la mucosa bucal del niño y del padre con unos hisopos de algodón para recoger una muestra de su saliva. Puede realizarse en el domicilio y por los propios interesados facilitando y garantizando la confidenciabilidad de los interesados.